lunes, 14 de abril de 2014

EL CASO No.2 DEL AÑO 2013 - Entrada no.1



EL CASO No.2 DEL AÑO 2013

Novela contemporánea.

Autor: José Manuel Jarquín. 


CAPITULO 1
                                                                                          
     Mi nombre es Ariel Andrés Mejía y soy escritor, me gusta escribir, no vivo de lo que escribo aunque hay escritores que ganan un millón de dólares todos los años.   Soy como los que juegan futbol en los campos deportivos de cada pueblo o de cada escuela, juegan porque les gusta, sin que les paguen, aunque hay quienes juegan y les pagan 20, 30 o 40 millones por año. «Yo escribo para sentirme vivo, trabajo para obtener los medios que biológicamente me mantengan vivo».   Trabajo y después escribo, cada vez que termino un contrato obtengo suficiente material para  escribir un nuevo libro, unas veces lo hago y otras no.

     A la mayoría de la gente no le gustan los problemas ni las tragedias, huyen de ellos como si fuera la peste negra, no es mi caso, yo los busco, pongo anuncios en los periódicos, la internet,  Craiglist o cualquier otro medio que se me ocurra para localizar problemas, con ellos gano dinero, aunque hay veces que me voy en blanco, como pasó en el  último mes del año en el que trabajé intensamente sin obtener nada a cambio, hice mi trabajo gratis,  me dieron algunos viáticos y pagaron algunos gastos, pero en sí el trabajo lo hice sin interés de ganar el dinero que merezco y al que tengo derecho.  Pero no me quejo, gané de otra forma, tal es así que mi vida después de ese último trabajo ya no volverá a ser la misma y el cambio fue para bien. 
     También comprobé una vez más que cuando todo se hace de buena voluntad y se pone primero la necesidad de otras personas antes que los intereses de uno, cuando se hace de corazón, no para alimentar al ego, la vida encuentra maneras para recompensarnos que nosotros ni las soñamos.

     Como ya les dije, después que termino un contrato tengo tiempo para reflexionar y la oportunidad de aprender de lo que hice bien o de lo que hice mal, también me queda  material suficiente para escribir un libro.     En m i profesión ningún contrato es igual que el otro y en cada uno de ellos debo improvisar, usar mi experiencia, mi inteligencia, lo que aprendí mientras estudiaba, tengo que usar todo tipo de tácticas y herramientas.  También soy un amante de los redes sociales, quizás no sea esa la palabra más adecuada, en realidad me sirven como un medio  para realizar mi  trabajo.
 
     Hace tres meses que terminé el caso que les relato, en esta oportunidad fue un contrato verbal, informal, sin remuneración, no firmamos ningún documento, solamente di mi palabra, como en los viejos tiempos cuando los tratos se hacían con un apretón de manos. «Trato entre caballeros» decían nuestros bisabuelos.  No les dilato más la historia……

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…….Todo empezó hace 9 meses una noche mientras estaba en mi cama del apartamento donde vivía en Miami después de haberme divorciado de mi primera esposa que me dejó para irse a California a probar suerte como actriz a Hollywood.  No es por presumir lo que les digo, mi ahora ex esposa  es una mujer despampanante, una rubia artificial que detiene el tráfico, se tiñe el pelo para  lucir como americana, el físico lo tiene para triunfar en la meca del cine pero….la competencia es  muy fuerte.   Yo siempre le preguntaba.

 ─ ¿Por qué lo haces mi amor?” ¿Por qué te pintas el pelo? Tú eres linda con tu precioso cabello negro, lacio, brillante, luces como una italiana ─ obvio que no le decía que me encantan las italianas ─ ¿Por qué quieres lucir como una rubia?

─Porque las rubias se llevan siempre lo mejor ─me contestaba.

     Un día que recién había regresado de una gira de trabajo me pidió que habláramos. No estaba alterada y tuvo la gentileza de esperar a que me bañara y después cenamos juntos, al final de la velada me dijo.

 ─ Ariel Andrés pasas mucho tiempo fuera de casa, si me casé fue para tener la compañía permanente de un hombre, contigo estoy solamente una cuarta parte del tiempo.

 ─Mi amor ─ le decía tratando de justificarme ─ lo hago por mi trabajo, de alguna forma me tengo que ganar la vida.
 ─ Te voy a hablar con franqueza…. lo que ganas no es nada del otro mundo…..yo aspiro a mucho más, pero no te preocupes, no te voy a exigir que me des más de lo que puedes, lo mejor será que sigamos por caminos distintos…..me voy para California, seré una artista de fama y fortuna.  Será mejor que nos divorciemos.

     Me hizo el disparo a quemarropa, sentí que se movía el piso pero no dejé que ella notara mis emociones, después de unos segundos le dije.

─ ¿Ya lo pensaste bien, estás segura de lo que piensas hacer?

─Completamente segura, me voy de Miami, aquí no está mi destino, el mío está en Hollywood, donde nacen las estrellas.  Pero no quiero dejar nada pendiente, quiero irme completamente, que mi cuerpo y mi alma viajen juntas, se irán conmigo también los recuerdos porque están muy recientes, con ellos poco a poco me iré divorciando y los iré reemplazando con otros,  hasta que ya no quede ninguno.  

    Al escuchar el tono de sus últimas palabras no supe si había un poco de nostalgia o lo decía con alivio, como el de alguien que se deshace de algo que ya no le sirve. Esa era una de las cualidades que me gustaban de mi ex-esposa, que decía las cosas como las pensaba.

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También su exquisita educación y temperamento tranquilo, reflexivo pero decidido, cuando tomaba una decisión no había quien se la cambiara. ¿Así  que se iba para California a ser la gran artista?, no me lo estaba consultando, me lo estaba anunciando y como soy de los que  no ruegan, en ese momento no le  iba a formar un drama pasional tampoco iba a implorarle que no me dejara, si quería irse, que se fuera.  De todas maneras no iba a seguir casado con una mujer que por su trabajo se tendría que estar besando a cada rato con actores de segunda y dejarse manosear al frente de una cámara delante de todo el mundo.  Me tocó fingir indiferencia, aunque por dentro estaba que me moría, después de un divorcio en este país los hombres por lo general quedan solo con la ropa puesta.  Los gastos de la Corte, los abogados, la parte de los bienes que le correspondan y si hay niños….«agárrate la peluca como dicen los venezolanos», se llevan todo el dinero.

─ ¿Para cuándo necesitas el divorcio mi amor?─ le pregunté con estudiada indiferencia.

─Lo más pronto posible.  ¿Qué te parece el lunes próximo?

─Me parece perfecto, estos días no tengo nada pendiente. Solo te hago una pregunta.  ¿Será un divorcio amistoso o prefieres que sea una corte de justicia la que tenga la última palabra? Yo prefiero que sea amistoso.

─ Yo también así lo prefiero,  no deseo ninguna distracción, quiero pensar únicamente en mi carrera artística.

─ Que Dios te bendiga mi amor y te deseo buena suerte.

     Que la vas a necesitar, pensé sin que ella lo supiera.

     Así de rápido fue la separación con mi ex y no les menciono su nombre ni otras particularidades, eso forma parte del proceso del olvido,  la menor cantidad de cosas que de ella recuerde  más fácil me será olvidarla.  Vivimos cinco años muy bonitos, como si fuéramos solteros. Ella decía: «Nada de hijos».  «Para no desfigurar mi cuerpo no voy a quedar embarazada».  Quizás ya  tenía planeado dejarme o lo hizo por su deseo de ser artista.  Creo que ninguno de los dos se dio cuenta del momento en que el amor que un día existió entre nosotros se fue por la ventana y por la puerta entró la rutina y la indiferencia, por eso cuando  hablamos del divorcio no hubieron escenas con llanto ni reclamos.  Al finalizar de  firmar los documentos no podía creer en mi buena suerte,  tener un divorcio amistoso en estos días es como ganar un premio grande en la lotería.

     Cuando empecé «El caso no. 2 del año 2013» ya era un hombre libre, muy libre.  Esa libertad al principio me gustó, pero al pasar el  tiempo se fue transformando en soledad y aburrimiento,  que el   FACEBOOK fue llenando, pasaba  horas y horas frente al monitor de la computadora y fue en una de esas

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noches cuando no me di cuenta que el tiempo  había pasado, eran las dos y media de la mañana y yo todavía,  para arriba y para abajo, navegando por la web, pasando de FACEBOOK a youtube y de ahí a Wikipedia, a Google, y de vuelta a FACEBOOK. 

     No supe ni cómo o por qué me vino el pensamiento de un nombre….Manuel Miguel Lacayo.  ¿Qué habrá sido de la vida de Miguel Lacayo? ─pensé con una mezcla de curiosidad y nostalgia─. Debe haber sido la soledad que me ponía nostálgico y me hacía pensar en gente del pasado.  Fui al lugar de la pantalla donde dice: “Buscar personas, lugares y cosas” y escribí el nombre.  Al instante apareció el perfil del antiguo compañero de bachillerato del colegio La Salle de Villa Fontana, al lado de la Universidad Autónoma de Nicaragua en Managua.  No había muchas cosas que ver en su perfil y solo aparecía la silueta  del torso de una persona, en blanco, no tenía ninguna foto y solamente cinco amigos, lo cual me sugería que le dedicaba poco tiempo, quizás no sabía cómo usarlo, lo que generalmente pasa con las personas mayores.

     Las instrucciones dicen…. «Para ver lo que él comparte con sus amigos envíale una solicitud de amistad».  El primer impulso que tuve fue el de hacer click donde están las dos personitas que están junto al lugar que dice FACEBOOK y enviarle una solicitud de amistad pero en el último segundo me detuve, no estaba seguro si sería buena idea establecer contacto con Miguel Lacayo, tomando en cuenta el tipo de persona que había sido.  Miguel era Miguel y todo lo que ocurriera alrededor de él pasaba a segundo plano.  Aún así no se me quitaba la inquietud, y las ganas de hacer click le estaban ganando a las vocecitas de precaución que internamente en mi cabeza me decían: «No lo hagas Ariel, no lo traigas al presente, déjalo en el pasado que es a donde pertenece».

continúa en la entrada no.2

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