lunes, 5 de mayo de 2014

EL CASO No.2 DEL AÑO 2013 Entrada no.9

Hasta entonces le capté la idea.

─ ¿Tú dices donde las mujeres no usan ropa y bailan con un tubo?

─ Es correcto ─ me contestó con un tono de seriedad ─  Me han hablado maravillas de la vida nocturna de Miami y ya que estoy aquí. ¿Por qué no comprobarlo con mis propios ojos?  Claro, si no tenés ningún inconveniente en que vayamos a esos lugares. Y si es que los conocés.

─ Hombre Miguel, claro que los conozco, cuando era soltero los frecuentaba con los amigos, después que ya me aburrí de todos modos voy de vez en cuando. Cuando vienen amigos  de Nicaragua y que como tú quieren su propio tour y no precisamente de compras o por las islas donde viven los ricos y famosos.

     Miguel estaba intrigado.

─ ¿Vos decís que otros viejos como yo también vienen a Miami para visitar esos lugares?
─ Por supuesto, pero sin que se enteren las esposas….eso es «top secret information».
─ Decís que los conocés casi todos, eras tremendo trasnochador ─ no me lo dijo en tono de reproche, más bien como un halago, como sintiendo admiración por mí o quizás con una pizca de envidia, tomando en cuenta su “hoja de vida”.
─ No lo creas, no solo voy a esos lugares como diversión, también porque mi profesión me obliga a visitarlos.  Hay ocasiones en que debo permanecer mucho tiempo dentro de esos salones.
─ O sea que estas ganando y a la vez distrayendo la mirada. ¿Hombre y qué clase de trabajo tenés?

     Me estaba mirando como si fuera el ser más afortunado del mundo.

─ No creas que todo es a como parece, en el primer momento se te van los ojos,  cuando ya te acostumbras  lo ves como algo normal y se pierde la novedad. Ya no le sientes gusto como al principio. Tú sabes lo curiosos que somos los hombres, si algo se nos oculta no dormimos pensando, pero si lo que uno quiere ver nos los muestran sin ninguna dificultad nos aburrimos y perdemos el interés.

     La incredulidad estaba reflejada en el rostro de Miguel.

─ No creo que yo me aburra, vos sabés que mi vicio son las mujeres.  Aquí entre nos, me casé muy enamorado de mi esposa y lo sigo estando pero no me retiré completamente del “deporte”.   Tengo una que otra “querida”, por supuesto que yo sé hacer mis cosas, ella nunca

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me ha pescado en la “movida”.  Por eso no hemos tenido problemas y en la casa todo es armonía, la sigo queriendo, pero te lo digo otra vez,  mi debilidad son las mujeres, y las mujeres bellas, no tengo mal gusto, no es cualquier mujer la que me satisface.   En Managua no puedo salir, allá todos me conocen por eso cuando se me dio este viaje lo primero que pensé fue en ir a esos lugares. Los que han venido me dicen que el espectáculo es de primera, muñequitas estilo Barbie nada más.
─ Te entiendo, yo también soy hombre y sé que los hombres somos así aunque las mujeres se horrorizan y se preguntan “¿Qué tienen ellas que no tenga yo?”

     Y cuando dije eso Miguel estalló en una sonora carcajada.

─ “¿Qué tienen ellas que no tenga yo? Dijo imitando una voz de mujer. Claro que tienen todo lo mismo, la diferencia es que las mujeres “malas” lo tienen mejor, diferente. Ariel…. es la juventud… la sensualidad, el ambiente, la música y el licor, la lujuria que ves en los ojos de esas mujeres que bailan en las mesas.  Es lo prohibido, es sentirse culpables de estar haciendo lo que se hace pero al mismo tiempo…. está el hecho de ser hombre. ¿Qué culpa tenemos de ser hombres? Y a los hombres nos gustan las curvas femeninas bien ubicadas, todo en su sitio. Una cintura delgadita, un vientre plano…y es lo primero que pierden nuestras esposas. Nuestro sentido para el amor es “la mirada”, los ojos y el olfato, para las mujeres es el tacto y la voz romántica, los detalles y las promesas.   Hasta en el hecho de darles dinero después de que bailan hay algo excitante.

     Después de oír hablar de esa manera tan vehemente a Miguel estaba conmovido, me di cuenta que era un mujerero de corazón, que lo hacía por vocación, quizás en vidas anteriores había sido un “Jeque” árabe.  En lo más profundo de su cerebro todavía quedaba la imperiosa necesidad, como los machos en las especies inferiores de tener una manada de hembras a su disposición para que la especie no desaparezca.  Y que a nosotros los hombres, la civilización y las religiones nos han ido domesticando y ya nos implantaron  la idea de que un hombre debe tener solamente una mujer. Pero la evolución no está completa todavía, hay hombres que como Miguel necesitan su manada de mujeres a su lado y si no las pueden tener, se conforman con verlas.   Al final le dije….

─ Me convenciste Miguel te voy a dar el tour de los viejos…te voy a llevar a los mejores lugares de Miami. Me voy a sacrificar y que todo sea en nombre de nuestra amistad.

     Como puse cara de “sacrificado” Miguel no pudo contener la carcajada…..

─ Un descarado es lo sos, bien sabes que te gusta ir. Ese cuento de que vas como parte de tu trabajo….muy difícil de creer y que además te están pagando…..Si es así en el otro viaje me quedo si me consigues un trabajo en la misma compañía. Solo una cosa te pido: de esto nada

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a nadie, será nuestro secreto y por los gastos no te preocupes, esta noche todo corre por mi cuenta.
─ Si tú lo dices.  Espero que lleves  la cartera llena con billetes de un dólar ─ le dije por comentar algo ─  Solo espérame un momento a que me ponga ropa más adecuada. 

     Me quité la camiseta sin cuello que tenía puesta cuando  llegó al apartamento y me puse una camisa manga larga color beige, un pantalón de azulón y un saco sport color azul marino.  Con eso ya quedé listo para andar cómodo y llamar la atención de las “muchachas.”  Miguel me dio las llaves del carro rentado y salimos rumbo a la autopista 836 para después hacer empalme con la 826, llamada Palmetto, que es donde están tres de los “templos del entretenimiento para caballeros” que visitaríamos esa noche.

     Yendo rumbo norte el primero que encontramos está al lado derecho de la autopista, el «Pure Gold», salimos, y después de dar algunas vueltas por calles secundarias llegamos al espacioso estacionamiento, estaba lleno de carros de todo tipo.  Nos bajamos y caminamos unos cien metros hasta llegar a la amplia entrada de lo que anteriormente a la crisis económica del año 2008 había sido otro tipo de negocio, una puerta de cristal que se abre automáticamente cuando uno está al frente.  Después de pasarla nos encontramos con un mostrador donde nos cobraron la entrada y preguntamos los precios de las cervezas y los tragos.  Al frente estaba otra puerta de vaivén que ya nos dejaba ver parte del  ambiente repleto de erotismo que nos esperaba nada más cruzar aquel umbral, donde  bellas mujeres escasas de ropa y de prejuicios nos esperaban para mostrarnos sus encantos. Hasta las meseras forman parte del show, ellas como veteranas, retiradas de las grandes ligas del “arte del entretenimiento para adultos” a la corta edad de

30 años.

    Al atravesar la puerta de vaivén nos encontramos con un ambiente avasallador.  Luces de colores a media luz,  espejos en las paredes que multiplicaban por dos o por diez a los silenciosos y extasiados “caballeros” que estaban sentados alrededor de las mesas, música americana cadenciosa, las mujeres bailando, sin ropa o a punto de estar sin las diminutas piezas, enroscadas en los tubos plateados como se enrosca la anaconda alrededor del cuerpo de su víctima.  A nuestro encuentro vino solícita una rubia mesera americana,  escasa de ropa y  nos llevó hasta una mesa un poco alejada del escenario principal, como para ver y al mismo tiempo no ser vistos. 

     El efecto que buscaba estaba dando resultado, estábamos vestidos, yo como un ejecutivo y Miguel como el hombre de negocios que en realidad es, ambos en busca de diversión y con la billetera “saludable”, dispuestos a no escatimar recursos con tal de atraer a lo mejor que estaba presente esa noche.

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Continúa en la entrada no.10

En la próxima entrega seguiremos el recorrido que Ariel Andrés le está mostrando a su amigo, por los mejores clubs de Miami.  Un vez pasado el deslumbramiento inicial, al ver un desfile interminable de mujeres jóvenes y bellas termina por acostumbrarse al lugar y al final es una chica de la raza negra la que acapara su atención.  Ariel le explica cómo funciona ese tipo de diversión y de donde proceden las bailarinas, a lo cual Miguel no parece darle importancia, no cree que algunas de esas muchachas sean obligadas a estar ahí, que son explotadas por bandas criminales.


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