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El
sábado me levanté un poco tarde, casi eran las diez de la mañana, salí a
correr, hice una o dos cosas más, después miré una película en Netflix y por la
tarde fui a realizar las compras en el
supermercado. Nada especial. No hacía
mucho tiempo que vivía solo y me sentía extraño sin nadie a mi lado, no era que mi
ex me hiciera tanta falta, pero era raro caminar solo sin un ser humano a quien
complacer o de quién tener cuidado a la hora de hablar o de hacer algo que la
molestara. Cayó la noche y esa vez no me
desvelé, amaneció el domingo y me desperté a las 7 de la mañana, después de
comer el desayuno, leer los titulares de los periódicos que me llegaban por
suscripción mensual encendí la computadora, me conecté a la internet y fui directo
a FACEBOOK, lo primero que vi fue que tenía diez amigos nuevos, y entre ellos
el ex del mundo real y del pasado, el
inconfundible Manuel Miguel Lacayo que había aceptado ser mi “amigo”. Los de FACEBOOK decían que ya podía escribir
en su biografía. Como ya lo he comentado no había mucho que ver en su perfil por eso me fui al lugar donde se dejan los
mensajes personales y escribí….
….Hola
Miguel ¿Cómo estás? ¿Te acuerdas de mí?….soy Ariel Andrés Mejía, del colegio La
Salle año 1991.
Dejé
el mensaje y me puse a navegar por otros sitios, cuando me aburrí apagué la
computadora y comencé a llamar por teléfono a mis compañeros de trabajo a
preguntarles como la estaban pasando. Ya
casi en la noche del mismo día volví a entrar a internet y en facebook miré que tenía dos
mensajes personales de Miguel Lacayo.
…..Bien
hombre… ¿Cómo estás vos? Hasta que te dignaste en mirar para este lado del
mapa. ¿Qué es de tu vida?
Y
como vio que no le contestaba me dejó otro mensaje.
….Que
bueno que apareciste, mas de 20 años que te fuiste del país y nunca supe mas de
vos desde que estábamos en la Salle.
¿Por qué te fuiste? Yo no sé
andar mucho en esto de las computadoras, a mi me gusta al estilo anterior,
llamando por teléfono….te anoto mi número, dame una llamadita así platicamos hoy estoy en
la casa….
Y
me dejó su número telefónico. Disponía
de tiempo y a decir verdad yo también prefiero hacer las cosas al estilo
antiguo, incluso el Skipe no me gustaba mucho usarlo, aunque es gratis, pero en
las llamadas por teléfono uno se puede estar limpiando los ojos, cortándose las
uñas de los pies o haciendo cualquier otra cosa al mismo tiempo que se está
hablando, si está la imagen uno tiene que peinarse, mantener la compostura, es
como estar realizando una entrevista por televisión, mientras que hablar por el
sistema antiguo es como estar escuchando una estación de radio. Como ya había iniciado el contacto, en ese
momento no me podía echar para atrás y marqué el número en uno de mis teléfonos, el que tiene teclas.
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El
timbre replicó varias veces y después del sexto escuché
la voz de hombre, grave y un poco diferente de cómo recordaba que era la voz de
Miguel.
─Aáa..lo..
─ el acento en la A, pronunciado de la manera inequívoca como lo dicen en
Managua ─ ¿Quién habla?
─
Hola Miguel ¿Cómo estás? Te habla Ariel Andrés Mejía ¿Cómo estas hombre? Que
gusto volverte a escuchar.
─
Hombre bien, estoy bien. ¿Y vos cómo
estás? Me da gusto también saber de vos. Ayer vi que me enviaste una solicitud
de amistad, como vos tampoco pones muchas fotos pensé que lo mejor era que
habláramos por teléfono.
─
Y veo que tú también no tienes muchas, tampoco muchos amigos en facebook.
─
Es que soy una persona muy ocupada y además no he aprendido a usar mucho las
redes sociales, pienso que son una pérdida de tiempo. Aquí donde vivo si tengo
muchos amigos, de los de carne y hueso.
Y
al terminar de decir la última frase se estaba riendo.
─
¡El mismo Miguel, haciendo chiste de todo! ─ le dije riéndome también ─ fíjate
que así pensaba yo al principio pero después me di cuenta que si las redes
sociales se saben usar son una herramienta de trabajo muy importantes. Cuéntame de tu vida. ¿Qué hiciste?
¿De qué te graduaste?
Y
eso fue todo, a partir de ahí toda la conversación giró en torno a él, me había
bastado dos preguntas para estimular su lengua y su capacidad comunicativa, en
fin, para que Miguel volviera a ser Miguel, al que le encantaba hablar y sin
escuchar mucho a los demás. Por la línea telefónica pude escuchar claramente
el suspiro de satisfacción al escuchar
las preguntas, para él nada es más interesante que hablar de sí mismo, y ya me
conocía, o al menos así era yo cuando
estudiábamos juntos, el 90 por ciento de las palabras las decía él, creo que
por eso le encantaba andar conmigo porque sabía escucharlo.
─
Han pasado más de 20 años, me imagino que tienes muchas cosas que contar ─le
seguí diciendo, provocándolo para que me contara de su vida, de esos 20 años,
toda una vida que había vivido al lado de la muchacha del Colegio La Salle, de la
que me había enamorado sin que nadie lo supiera, ni siquiera mis padres.
─ Ariel….Arielito como te decía entonces,
supongo que ya debes ser todo un hombre, quiero decir que ya habrás desarrollado
un cuerpo de hombre, cuando estudiábamos eras todo delgado, apena tenías…
¿Cuántos, 16, 17 años?
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─
Tenía 17.
─
Hombre. ¿Qué te cuento? Hay tanto que contar. En estos 20 años han pasado
muchas cosas. ¿Te acuerdas de aquella
muchacha nueva del último año de bachillerato en la Salle?
─
Hubieron tantas, no estoy segura a cuál de ellas te refieres ─ le dije
fingiendo que no sabía de quién hablaba.
─ A
la que llegó al principio del quinto año, que venía de un colegio solo para mujeres,
de Managua, de la Vevi Gabuardi. ¿Te
acuerdas de ella?
¿Y
cómo no acordarme?, si desde que la vi ese día no había dejado de pensar en
ella durante los próximos años, aún cuando
ya estaba casado con mi ex y aunque sabía que era su esposa.
─
Si me acuerdo, ella fue tu novia ese año ─ le contesté con un tono de voz que pretendía
ser de indiferencia.
─
Y al año siguiente nos casamos. Después
continuamos estudiando en la universidad, ella fue a la UNAN, ahí estudió
Administración de Empresas y yo fui a la UCA donde saqué un título de Ingeniería Agroindustrial. Trabajamos juntos, todo este tiempo lo hemos
dedicado más que todo a ser ganaderos, tenemos haciendas en varios
departamentos pero últimamente me quiero
expandir, quiero ser un empresario.
Pensamos dedicarnos a vender alimentos enlatados.
─
¿Y de tu vida familiar que me cuentas? ─ Al fin le hacía la pregunta que en
realidad me interesaba.
─
Mi vida familiar ha sido un éxito, no es ser jactancioso pero me casé bien, no
me arrepiento. Mi esposa siempre fue una
mujer bella y sigue siéndolo, de muy buena familia, con mucho dinero, aunque ya
no es la misma, tampoco yo, ya no conquisto mujeres tan fácilmente.─ dijo
mientras dejaba oír una pequeña carcajada, al considerar gracioso lo último que
había dicho. ─ Tenemos 3 hijos, dos mujeres y el menor de 7 años. Los tres son Preciosos.
─
Hombre me alegro, te felicito por tu buena suerte. No sabía que te habías
casado con ella, pensé que como tenías tantas novias y estabas estudiando la
relación no iba a durar. Yo al terminar
ese año me vine para Miami ─ ¿Cuándo vienes por este rumbo?
─
Ariel, precisamente de eso te quería hablar, tengo planeado un viaje para allá esta misma semana y me viene como
anillo al dedo haberme comunicado con vos.
No me lo vas a creer pero nunca he ido a Miami…
─
No te lo puedo creer, si Miami para la gente de Nicaragua es como ir a Managua,
hasta los
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de
los pueblos más apartados vienen continuamente, hubo un tiempo en que nadie
venía pero ahora es lo más común.
Continúa en la entrada No.6
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