─
No de esta materia, de muchas, mi trabajo me obliga a saber de todo un
poco. Hay personas que saben mucho de
poco, quienes se enfocan en un tema y se convierten en eruditos, en especialistas. Yo tengo cultura general.
─
Ya capté el mensaje. De este tema que
estamos hablando, ¿ya me contaste todo o todavía tienes algo más? Como cambian los tiempos, me acuerdo que en
Managua yo era el que más hablaba y que
vos escuchabas, pensé que eras callado.
─
Miguel en ese tiempo estaba joven, mi mente estaba vacía, el día de hoy mi
mente está llena de vivencias, amplié mi perspectiva, he leído cientos de
libros, miles de periódicos y revistas, visto miles de películas y programas de
televisión. Eso se llama cultura general,
de cualquier tema que tú me hables yo te puedo contestar y seguirte la
conversación.
Y esa larga conversación se daba porque el
tráfico estaba atascado, defensa con
defensa, con toda seguridad era
porque alguien había tenido un accidente, algún conductor borracho, alguien que
había estado en los mismos lugares donde nosotros habíamos estado y suponíamos
que fueron los que provocaron el accidente.
Eso nos daba tiempo de hablar de lo
que estábamos hablando.
Era la una y media de la mañana. En ese
momento llamó la esposa de Miguel
preguntando donde estábamos, le dijo que en una autopista llamada “el Palmetto”,
en un tranque, alguien había tenido un accidente y que yo decía que a veces eso demoraba hasta cuatro horas, que quizás se
quedaría a dormir en mi casa. Cuando terminó de hablar con ella continuamos
hablando del tema que parecía gustar mucho a mi compañero de viaje. Le seguí contando.
─
Te dije al principio que pienso que estamos
viviendo en tiempos de Sodoma y Gomorra, y que todo es por culpa de las
computadoras. Ahora se unieron los
teléfonos celulares inteligentes, los que toman fotos y videos con alta
resolución. ¿Sabes lo que ha hecho la
gente? Especialmente las mujeres, jóvenes, maduras y hasta las viejas. En la privacidad de sus propias casas, apartamentos, en las playas,
en los montes, donde les dé la gana. Se empiezan a quitar la ropa, se toman fotos
desnudas, se filman desnudándose, después se afilian a sitios web donde esas
imágenes son trasmitidas a miles de teléfonos y computadoras en todo el mundo y por cada vez que alguien mire las fotos o los videos ganan centavos, cuando
sumas los centavos se convierten en dólares, después en cientos y en miles. Cuando
ven lo fácil que es ganar sin tener que trabajar duro, sin salir a las calles o
estar en un prostíbulo. ¿Qué hacen entonces?
Dejan de trabajar, ganan más dinero haciendo eso. ¿Y qué hacen algunos
maridos al ver que sus mujeres ganan más dinero sin tener que acostarse con
otros hombres? Nada, no hacen nada, las instan a que lo sigan haciendo. ¿Tú crees que se pueda impedir la prostitución
en el mundo? Claro que no, porque ya se
le ha cambiado el
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nombre,
ahora ya no se le llama así, se le llama
“trabajo” y la gente cree que está haciendo algo más honorable. ¿Sabes cómo les
dicen a las mujeres que filman películas para adultos? Les dicen modelos, estrellas,
actrices y todas las muchachitas quieren ser modelos, estrellas y actrices. Cambian el lenguaje, para lo malo buscan
palabras buenas, para que la gente no se considere mala y lo haga, lo correcto es tonto y a lo incorrecto lo disfrazan
de bueno e inteligente. Por medio del lenguaje y los medios de comunicación manipulan
a la gente, hacen lo que quieren con ellos. Con nosotros. ¿Has oído
hablar de las subastas? Imagino que no, por eso te lo voy a contar. Hay sitios
en internet donde anuncian subastas de mujeres. En este país una mujer es menor de edad hasta
que cumple los 18 años, un día antes se considera una niña y tener relaciones
con una menor es uno de los peores delitos que un hombre pueda cometer y acarrea sanciones inimaginables. Pero después de un día de cumplir 18 es mayor
de edad y es libre de hacer lo que
quiera, de estar con quien quiera y el hombre no está cometiendo ningún
delito. Lo de las subastas consiste en
poner en internet la foto del rostro difuso
de la muchacha que supuestamente está a punto de cumplir la mayoría de edad, se
supone que sea virgen. Los interesados
tienen que inscribirse y hacer un depósito fuerte en dólares para ser ellos los que tengan la
primicia. El lugar donde las hacen es secreto, no se
sabe hasta último minuto y las cambian constantemente de ciudad, Condado y hasta de Estado.
Miguel era todo oídos. Me había ganado
toda su atención.
No puedo negar que estaba disfrutando de
aquella situación, de ser yo quien más
hablaba y Miguel el que escuchaba, también era irónico, como en los viejos
tiempos cada vez que los dos andábamos en un mismo carro el propósito era salir
en busca de mujeres, solo que esa noche
ya todo era diferente, los dos teníamos 20 años más en nuestras espaldas, nuestras vidas habían tomado rumbos
diferentes, el seguía siendo rico, después del dinero que le dieron sus padres
le había añadido el que logró amasar criando ganado, comprando fincas y
metiéndole más ganado. Mientras tanto yo
en Miami trabajando en algo distinto, divorciado, que por un pequeño milagro
conservaba todavía la totalidad del dinero que había acumulado hasta ese
momento.
Ahí estábamos, dos nicaragüenses recientemente
reunidos gracias a Facebook, en las
calles de Miami-Dade conduciendo un carro de lujo, rentado, en un atascamiento
vehicular moviéndonos a cinco millas por
hora, platicando. De ponto el tráfico se
acelera, viajamos a más velocidad, pasamos al lado de los carros accidentados,
se desbarataron, alguien murió, nos lamentamos pero continuamos nuestro camino
y nos olvidamos. Llegamos al apartamento,
le preparo un lugar donde pasar la noche. El orina en el inodoro que está en el
baño. Volvemos a la sala, abro la
nevera, saco dos cervezas, en mi casa ya me siento libre
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de
tomar las que quiera, aunque nunca tomo más de tres, continuamos hablando, traigo la computadora y
le muestro donde están los sitios de las “damas de compañía”, los “escort
service”, le enseño a navegar. Miguel ve las lindas mujeres que aparecen en
el catálogo. No lo puede creer y me
dice….
─
¿No me digas que esas bellezas son prostitutas?
La expresión de su rostro era como la de
los niños cuando ven chocolate.
─
Si Miguel son prostitutas, pero no les gusta que las llamen de esa forma, son
“Damas de compañía” o “Modelos”. Ellas no se consideran prostitutas aunque
hagan lo que siempre han hecho las prostitutas en todo el mundo, tener
relaciones y cobrar por ello. Y ahí están los precios, 300, 400 dólares por hora. ¿Cuántos clientes
pueden ver en un día de 24 horas”? ¿Cuánto ganan? 800. 1,000, 1,500. Muchas lo hacen por su
cuenta, de forma independiente pero otras son forzadas. Hay «empresarios»,
hombres y mujeres que “tienen”, como si
fueran vacas, grupos de mujeres jóvenes que las obligan a ofrecer sus servicios
a clientes que las contactan por medio de las computadoras y teléfonos
celulares. Las mueven constantemente de
ciudad en ciudad para no ser detectados por las autoridades. ¿Cuánto dinero le
produce a un dueño cada mujer en un año? 1,000 por día. 365,000 por año…pero no siempre una mujer puede estar
disponible. Un promedio razonable seria
80,000 por año. Aunque la ONU tiene estadísticas que dicen que son 130,000. Esas
mujeres son compradas y vendidas como en lo más oscuro del tiempo de la
esclavitud. Los mafiosos ganan cientos de millones de dólares. Por eso hay gente que “no aparentan” que trabajan en eso, los ves
elegantes, dándose la buena vida, trayendo mujeres de otros partes del mundo a
prostituirse como “damas de compañía”.
¿Sabes lo que hacen estos malditos? Van a los pueblos a buscar niñas
bonitas, secuestrarlas y traerlas a estos lugares a que bailen desnudas. O las ponen a filmar películas para adultos,
o las mandan a las calles a ganar dinero
para ellos, es una industria
criminal multimillonaria. ¿Y sabes
quienes son los responsables? Los que
pagamos por esos servicios, que vamos a los “templos del entretenimiento”. Mientras haya demanda, alguien la va a
satisfacer….
Las últimas palabras las dije cuando ya
Miguel se había dormido. Le quité los zapatos,
lo cobije y me fui al cuarto, el día siguiente sería un sábado del mes de junio
del año 2013. Esa fue la primera y la última vez que salimos juntos a ver mujeres escasas de ropa, por cosas que a los
dos el destino nos tenía preparadas.
Antes de que se durmiera habíamos acordado que si su esposa preguntaba
donde anduvimos le diríamos que viendo un partido de los Miami Dolphing, aunque
a ninguno de los dos nos gusta el futbol americano.
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Continúa
en la entrega no.13

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